Es un mito que una persona por tener una enfermedad mental es agresiva o violenta. Este es uno de los estigmas que se han creado alrededor de la Salud Mental y la psiquiatra Yahira Guzmán de la Clínica Universidad de La Sabana y de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Sabana explica que esta afirmación es falsa.

Una enfermedad mental no es “brujería” o “demonios”, no implica agresividad, ni significa medicamentos para toda la vida o pérdida de la vida social; es una condición de salud que requiere atención médica.
Cuando una persona realiza un acto de violencia y no siente culpa y siente gusto, requiere que sea juzgado legalmente, no es que parta de tener una enfermedad mental. Sin embargo, el estigma ha creado estas falsas creencias apoyadas muchas veces en películas y algunos medios de comunicación que muestran a las personas con enfermedades mentales en escenas muy dramáticos, aislados y realizando conductas delictivas.
Con los años, el estigma y el desconocimiento de las enfermedades mentales han llevado a que muchos juzguen a los pacientes como irresponsables, débiles mentales y hasta delincuentes. Por eso, las personas que llegan a sentir algún cambio emocional o comportamental prefieren no buscar ayuda, por temor a ser señalados y tratados como alguien diferente. Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, el 38% de las personas que sufren de una enfermedad mental se sienten discriminados por su propia familia; 44%, en el ámbito laboral, y el 43% por sus amigos.
Por eso es importante comprender que las enfermedades mentales existen y que tienen manejo, que las personas pueden tener una adecuada calidad de vida, que estos pacientes y sus familias merecen respeto por su dignidad como personas y que depende de todos combatir el estigma y evitar complicaciones mayores. Es importante consultar a tiempo; ir al especialista no implica necesariamente un tratamiento con medicamentos, ni una hospitalización, aunque habrá casos que lo ameriten.
Adicionalmente, hay que enfocar los esfuerzos por prevenir las enfermedades mentales que sean prevenibles, tener hábitos y un estilo de vida saludable, teniendo un adecuado equilibrio entre las responsabilidades laborales, académicas y familiares, y ciertas rutinas como el ejercicio, la alimentación adecuada y alguna actividad lúdica; además, es bueno evitar la automedicación, mantener buenas relaciones sociales de apoyo y no tener miedo a hablar de los problemas con un buen amigo y, por qué no, con un experto, si es necesario.